El pasado día 29 de noviembre tuvo lugar algo increíble en Taipei: volvieron los españoles. El gobernador Portillo y su mujer, y el gobernador Alcarazo y la suya, que se habían reencarnado en el Archivo de Indias días antes, aparecieron en el restaurante MVSA mientras se reunía la Casa de España de Taiwan para una cena de confraternización. Venían en son de paz y a hacer uso de la palabra para rememorar acontecimientos que vivieron o que oyeron allá por el siglo XVII, incluso después. Increíble, pero cierto.
Alcarazo, que decía llamarse Juan Gil, habló de la comunidad china en la Sevilla del siglo XVI. Era algo que había pasado antes de que él naciera. Por lo visto, un chino llamado Diego, que posiblemente fue comprado en Goa como esclavo por portugueses, y revendido después, estuvo reclamando su libertad en la Audiencia de Sevilla, diciendo que había sido comprado injustamente, pues su país de origen estaba gobernado por castellanos y él era por tanto súbdito del rey de Castilla. Él y otros orientales más logran al final la libertad.